martes, 9 de noviembre de 2010

Mapa: Virreinatos

El Monopolio Mercantilista:

A menudo se ha llamado a este sistema monopolio comercial, desvinculándolo totalmente de las teorías económicas vigentes y juzgándolo desde puntos de vista parciales o deficientes.
Fue monopolio en el sentido de que España era el único vendedor y el único comprador, según lo pedían las doctrinas estatistas de los teóricos del mercantilismo.
Contra ese único comprador y vendedor protestaban los países con mercantilismo de flotas y fletes, como Inglaterra y Holanda. Pero Inglaterra era también cerradamente monopolista, ya que según el Acta de Navegación de Cromwell, todo el comercio vino a quedar en manos de los ingleses y en barcos de esa nacionalidad.
El mercantilismo inglés y el francés dieron excelentes resultados en sus respectivos países.

Para América

Inconvenientes: restringió mucho el comercio, encareció enormemente los precios y fomentó el descontento.

Ventajas: Tales restricciones involucraron una ventaja no bien apreciada. La necesidad avivó el ingenio de los americanos: como las mercaderías eran costosas, estos prefirieron elaborarlas en el país.
De ese modo, las ciudades del Interior hicieron surgir una abundante industria manufacturada.
En ese sentido, el monopolio encarecedor fue la mejor incentivación y la mejor defensa de los telares, obrajes, ingenios, talleres, molinos y viñedos, crecidos a la sombra de la necesidad.

Las flotas y los galeones:


En los primeros tiempos se organizaban expediciones sueltas que enviaba cada armador o comerciante; pero el contrabando y los piratas obligaron a las autoridades a formar flotas compuestas por varias naves artilladas que navegaban juntas. A partir de 1573 este sistema de "flotas y galeones" se volvió obligatorio y oficial y todo navío debía ir o regresar de México formando parte de la flota bajo pena de severas sanciones.
Cada año se equipaban en Sevilla dos flotas: una con destino a Veracruz (México), denominada flota de "Nueva España" y la otra a Portobelo (Panamá), llamada de "Tierra Firme" de la que se desvinculaban algunas naves para Cartagena y Caracas: una Quinada Real les servía de protección.
La flota de Tierra Firme marchaban directamente de España a Santo Domingo, licenciaba allí los barcos que se dirigían a Río de Hacha. Venezuela, Margarita, etc. Y seguía con los demás hasta Cartagena y Santa Marta.
De allí, al cabo de un mes, se dirigían a Portobelo, desde donde los productos eran transportados por tierra hasta Panamá, y de allí embarcados para el Callao, donde se separaban los destinados a Chile. Los que debían ser enviados al Alto Perú, eran transportados a lomo de mula, o en carretas, hasta Potosí.
Los comerciantes del Río de la Plata iban a proveerse a Potosí, pasando por Jujuy, Salta y Córdoba. Los productos llegan así a Buenos Aires después de larga peregrinación, muy recargados sobre su valor primitivo.


Poco tiempo después de la llegada de los galeones, los comerciantes de la América del Sur llevaban sus productos a Portobelo, para ser cambiados allí por los artículos manufacturados. En este último puerto la flota esperaba las mercaderías, que a lomo de mula atravesaban el istmo de Panamá, punto en donde la Armada del Mar del Sur había dejado los productos recogidos en Valparaíso, Callao y Guayaquil.
Portobelo era, pues, el emporio del comercio sudamericano. Ambos convoyes cargados con esmeraldas de Nueva Granada, perlas de Margarita, tabaco, cacao, etc. de Venezuela, minerales de Nicaragua, metales preciosos del Perú y de Méjico y sus respectivas flotas defensoras, volvían a Cádiz.
El cargamento de los buques se efectuaba en España, por comerciantes de Sevilla y Cádiz, con la intervención de la Casa de Contratación, la que indicaba qué artículos y qué cantidad debían embarcarse; los productos que de retorno debían llevar y las escalas que tenían que hacer.

La Creación de la Real Audiencia de Buenos Aires:

Buenos Aires había tenido una Real Audiencia entre los años 1661 y 1671. Tuvo una existencia breve "por falta de trabajo".
Salvo ese lapso de diez años, todo asunto concerniente a la Real Audiencia era dirigido al de Charcas.
En cuanto se creó el virreinato se consideró de absoluta necesidad la erección de una Audiencia en Buenos Aires. Los informes de Cevallos decidieron al Rey establecer en Buenos Aires una Real Audiencia, con cuatro oidores presididos por el virrey (1783). Se le asignó jurisdicción sobre las intendencias de Buenos Aires, Córdoba del Tucumán, Salta del Tucumán y Paraguay.

La Organización Militar.
La defensa militar, tanto terrestre como marítima, del inmenso territorio americano, estuvo a cargo, en un comienzo, de una Junta de Guerra, función que pasó más tarde a los respectivos Ministerios de Guerra y Marina, creado por los Borbones.
En un principio, la seguridad se limitó a las ciudades y sus alrededores, así como a lo largo de algunas costas; más tarde se establecieron "líneas de fronteras" mediante el emplazamiento de fortines que delimitaban el dominioespañol del indígena.
Estas guarniciones permanentes eran defendidas por cuerpos de caballería – blandengues –armados de lanza y carabina.

La defensa territorial americana estaba confiada a los cuerpos de veteranos o de líneaprocedentes de España, así como también a las milicias locales.
En las ciudades principales había un comandante de armas y otras autoridades militares de menor categoría.

La defensa marítima la realizaban flotas de pesados galeones. Tres grandes armadas zarpaban  de la Península y escoltaban a los buques mercantes que venían a América hispánica: la del Mar del Norte, la del Mar del Sur y la de Barlovento, que patrullaba las cercanías de las islas de las Antillas y protegía la flota que surcaba los mares de las regiones.

Los Nuevos Organismos de Gobierno:

La tendencia a la centralizaciónpolítica y administrativa se manifestó claramente durante el siglo XVI bajo Carlos I y Felipe II;pero estos monarcas consideraban que el "oficio de rey" debía respetar el derecho y los fueros.
La monarquía francesa suponía que el rey estaba sobre el derecho en virtud de su origen divino, lo que dio lugar a un absolutismo doctrinario cuya consecuencia inmediata fue la supresión de los organismos consultivos intermedios, que fueron reemplazados por secretarias o ministerios.
El siglo XVIII marcó la rápida declinación de las tradicionales institucionesamericanas y del propio Consejo de Indias. Los Cabildos perdieron buena parte de las prerrogativas.
Se manifestó principalmente a través de la creación de las "Secretarías" o "Ministerios", que reemplazaron poco a poco a los Consejos.
En 1714, Felipe V,organizó la Secretaría del Despacho Universal de Marina e Indias, que tenía autoridadsobre todos los asuntos americanos. Posteriormente se crearon nuevas Secretarías, como la de Gracia y Justicia, Hacienda, guerra, Comercio y Navegación, etc.
El Real y Supremo Consejo de Indias perdió casi todas sus atribuciones, éstas pasaron a las Secretarías y a los funcionarios metropolitanos.
Muchos de estos funcionarios fueron mal vistos en Indias.

La Reorganización Administrativa:
La división de América en virreinatos, capitanías generales y gobernaciones implantada a mediados del siglo XVI se mantuvo casi sin alteraciones hasta el siglo XVIII.
Con todo razón, los Borbones resolvieron implantar un nuevo esquema administrativo que respondiera a la realidad de este siglo y tambien a los problemas internacionales derivados de la política expansionista asumida por Inglaterra a partir del tratado de Utrecht.



La Marca de la Esclavitud:

Desde los tiempos coloniales americanos, el legado africano dejó marcas culturales ondas e ineludibles quizá como recompensa justa de la marca física que muchos hombres y mujeres llevaron de por vida.

El siglo XVII y XVIII conoció el afluente de esclavos africanos a los principales puertos coloniales. Primero, como solución al problema demográfico indígena pues los europeos (y luego sus descendientes criollos y peninsulares) pretendieron que los aborígenes cambiaran sus hábitos de la comunidad indígena autosostenible a la estancias, haciendas o rancherías donde trabajaban para ampliar las arcas y los beneficios comerciales de sus explotadores, de sol a sol. Obviamente, la combinación de los malos tratos, enfermedades, problemas alimenticios, y la mala adaptación de la mano de obra a diferentes tipos climáticos y a los trabajos forzados, diezmaron a las comunidades indígenas que estuvieron casi a punto de desaparecer. Los terratenientes necesitaban una mano de obra de respaldo que tildaban de “más rentable y resistente”.

Segundo, con las Reformas Borbónicas, los mercados coloniales latinoamericanos tienen una apertura significativa al comercio exterior, y necesitan diversificar sus exportaciones, a la vez que “importan” ciertos objetos manufacturados y de lujo para sus “clientes más distinguidos”. Entre los objetos de lujo, estaban los esclavos africanos.

La trata negrera se convirtió en uno de los negocios coloniales más rentables de los opresores, y aún así, no dejaba de ofrecer pérdidas: debían alimentarlos, vestirlos, evitar las fugas, y los robos (de otros comerciantes). Para evitarlo, los patrones marcaban al rojo vivo a sus esclavos como si fueran animales. Eso se llamó la Yerra Humana o Carimba. Esas marcas eran de diferentes tamaños e inscripciones, e indicaban a quien pertenecía el cautivo, según el libro de actas o registros de las autoridades coloniales de cada región o jurisdicción. La carimba, sin dudas, fue la extensión de los conceptos de propiedad y posesión, muy comunes en la época.
Indiferentemente de que trabajaran en las plantaciones, las labores domésticas, o fueran liberados (manumisiones), debían llevar esa marca de por vida, como si fueran artículos seriados. Hubo que esperar mucho tiempo para que las sociedades americanas rompieran con sus esquemas denigrantes y discriminativos, debido a que se manejaban con rígidos sistemas de castas, que establecían pisos o escalones étnicos regulados por lazos de parentesco o relaciones socioeconómicas. Afortunadamente, ninguno de esos esquemas, ni posteriores formas discriminatorias pudieron parar el legado africano en el propio mundo cultural de aquellas sociedades que lo rechazaron.

El comercio negrero

En un principio se esclavizó a los pueblos indígenas americanos pero la legislación española se planteó muy pronto la solicitud de dicha práctica e hizo que se importaran personas esclavizadas de África, que además tenían mayor resistencia física y a las enfermedades, especialmente las tropicales, comenzando así un comercio a gran escala de esclavos africanos: el comercio negrero.
la cifra de esclavos africanos transportados a América sería de un millón en el siglo XVI, tres millones en el XVII y durante el siglo XVIII llegaría a los 7 millones, permitiendo una enorme acumulación de capital de cara al desarrollo del capitalismo

Este incremento en el comercio negrero fue acompañado, en la mayoría de los casos, por una fuerte ideología racista: los negros eran considerados seres inferiores, asimilados frecuentemente a animales, sin siquiera poder ser considerados sujetos de derecho y por lo tanto considerados, jurídicamente, como cosas. Aunque especialmente, el debate estaba inicialmente en si los individuos de raza negra tienen alma humana, puesto que en caso afirmativo esta actividad sería considerada ilegal por la Iglesia, lo que llevó a un fuerte movimiento para afirmar que los sujetos de raza negra no tienen alma. En el caso de los indígenas de América se había decidido que tienen alma por lo que no se les podía esclavizar. De hecho era costumbre en muchas plantaciones explotar al esclavo bajo severas condiciones hasta su muerte, pues salía más barato comprar nuevos esclavos que mejorar sus condiciones de vida.

Consecuencias de una relación desigual:
Para América:

En muchas regiones sirvió para reemplazar a la mano de obra indígena, que fue diezmada durante la conquista y colonización o que no se adaptaban a las condiciones de trabajo en determinados rubros como, por ejemplo, las plantaciones de azúcar y la producción de tabaco, por solo citar dos ejemplos. América del Norte se vio muy conectada y favorecida económicamente con el aporte de mano de obra esclava. No hay que perder de vista que, cuando hablamos de comercio, no se trata solo del comercio local sino de las posibilidades que se abren a partir de la importación y exportación de un país a otro y de un continente a otro.

En cuanto a la abolición de la esclavitud y la trata:

Cabe reflexionar que, si bien alguna parte de las sociedades europeas (influidas en el siglo XVIII y XIX por los filósofos franceses, algunas corrientes protestantes británicas y el papado) pudieron tomar conciencia del genocidio que se vino efectuando durante cuatro siglos (en sentido filosófico y moral), otros sectores pudieron percibir que, dado el grado de madurez a que habían llegado las relaciones productivas, a partir fundamentalmente de los cambios operados por la revolución industrial, el esclavismo iba dejando de ser rentable bajo esas condiciones. Era necesario cambiarlo por otra forma de sometimiento, como el colonialismo, con el cual países como Inglaterra, pudieran colocar sus productos manufacturados en nuevos mercados como África, y frenar el avance de potencias como Estados Unidos y Rusia. También los cambios operados en las plantaciones, en las que se van a empezar a utilizar maquinarias en reemplazo de mano de obra esclava, van a influir en el sentido antes mencionado.

Las Intendencias:

Las intendencias son unas circunscripciones territoriales extenas de origen frances que fueron creadas en el año 1785 durante el reinado de las Dinastia Borbon o Francesa, como reemplazo a los suprimidos Corregimientos. Las intendencias eran gobernadas por un funcionario colonial llamado Intendente designado por el Rey, las Intendencias se subdividian en Partidos a cargo de funcionarios llamados Subdelegados. En total en el Virreinato del Perú luego de las Reformas Borbonicas, existieron 8 intendencias con 56 partidos:


  1. Intendencia de Lima
  2. Intendencia de Trujillo
  3. Intendencia de Tarma
  4. Intendencia de Huamanga
  5. Intendencia de Huancavelica
  6. Intendencia de Cusco
  7. Intendencia de Arequipa
    Intendencia de Puno
  8. El proposito de la implementacion de las Intendencias fue la centralizacion de la administacion para obtener una mayor eficiencia en la recaudacion de los impuestos. Los intendentes a diferencia de los corregidores demostraron mayor honestidad y preparacion en sus funciones.
  9. Facultades de los Intendentes: 

Politicas: Eran los jefes de gobierno en sus circunscripciones.
Judiciales: Administracion de la justicia local.
Economicas: Fiscalizacion y recaudacion de los tributos.
Militares: Encargados de suministrar abastecimientos a los contingentes militares alojados en sus territorios.

¿Cómo estuvo organizado administrativamente el virreinato del Perú en los siglos XVI - XVII y en los siglos XVII y XIX?

La organización administrativa en el siglo XVII llegó geográficamente a abarcar en un momento dado de la presencia hispánica, desde el Istmo de Panamá hasta el extremo sur de Sudamérica bordeando principalmente el Océano Pacífico y también parte del Océano Atlántico. Su extensión geográfica superó los límites del Imperio Inca.
Posteriormente, los Borbones como parte de sus reformas, crearon los Virreinatos de Nueva Granada (1717-1723, 1739-1810) y del Río de la Plata (1776-1811), dada la dificultad de administrar un área geográfica tan grande, circunscribiendo sus límites.
El Virreinato comprendía originalmente las siguientes audiencias:

Panamá (1538)
Lima (1543)
Santa Fe de Bogotá (1548)
La Plata de los Charcas (1559)
Quito (1563)
Chile (1563-1573, establecida definitivamente en 1606)
Buenos Aires (1661-1672, establecida definitivamente en 1776)
Caracas (1786);
y Cusco (1787)
Con la creación de los virreinatos de Nueva Granada perdió Panamá, Santa Fe de Bogotá y Caracas; y del Río de la Plata la audiencia de Buenos Aires.


Posteriormente reorganizado en 1783, como parte de las reformas borbónicas se crean las intendencias de: Arequipa (1784), Puno (1783), Cuzco (1784), Huamanga (1784), Huancavelica (1784), Lima (1783), Tarma (1784), Trujillo (1784) en el Perú y Santiago (1786) y Concepción (1786) en Chile.
En lo militar el Virreinato del Perú financió, por medio del real situado, las campañas militares contra los mapuches en la Guerra de Arauco que se extendió por todo el período colonial. Así como de la fortificación del puerto de Callao que fue el último puesto militar en la América española en rendirse ante los patriotas.
El Virreinato fue afectado por sublevaciones indígenas en el siglo XVIII destacándose las de Juan Santos Atahualpa (1742), siendo ésta la primera en toda América, y Tupac Amaru (1781). En el siglo XVI-XVII el Virreinato fue de extensión grande y en el siglo XVII-XIX este por ordenes del Rey de España se dividió en varios Virreinatos.


 

¿En qué consistió las nuevas leyes?

Las nuevas leyes consistían en un cuerpo legal, que contenían 54 artículos de los cuales 23 eran garantes de los derechos indígenas, estas leyes fueron dictadas en España en el año 1542. Estas leyes ya promulgadas anulaban la esclavitud y disponían que el sistema de la encomienda desapareciera al finalizar la generación que todavía lo detenta. La aplicación de las Leyes Nuevas llevó al enfrentamiento en el Perú entre la autoridad virreinal y los encomenderos.Hubo una violenta oposición a estas leyes que dejó sin efecto las disposiciones más importantes, prolongando la servidumbre indígena y dando paso a la célebre frase colonial: Las leyes se acatan pero no se cumplen.

¿Qué es el virreinato?

El Virreinato del Perú fue una entidad político-administrativa establecida para la administración de América de la corona española creada por Carlos I de España por real cédula firmada en Barcelona el 20 de noviembre de 1542, durante su periodo colonial de dominio americano, que, en su máxima extensión, incluyó los actuales territorios de Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú, así como los de Chile y Argentina, pero que, a lo largo del siglo XVIII, y hasta la independencia de esas zonas respecto del poder español, apenas comprendía poco más de lo que hoy en día es Perú.

¿Cuáles fueron los antecedentes de la creación del virreinato del Perú?

La conquista del Perú es consecuencia de un largo proceso de descubrimiento, favorecido por la utilización de nueva tecnología y motivado por la búsqueda de nuevas rutas para el comercio directo con las indias orientales. Desde la caída de Constantinopla, en 1453, en manos de los turcos otomanos, los europeos ya no pudieron utilizar la ruta habitual para comerciar con el oriente.
Tanto el reino español como el portugués iniciaron sus viajes exploratorios casi un siglo antes de que Cristóbal Colón descubriera el nuevo mundo en 1492. Los castellanos, después de mucho batallar, lograron conquistar el archipiélago de las Islas Canarias en 1502.
La conquista de estas islas y el contacto que los españoles tuvieron con su población autóctona fue un ensayo de lo que sería luego la conquista del nuevo mundo. Incluso se pueden establecer ciertas similitudes: en la conquista de las Islas Canarias hubo un conflicto entre los países ibéricos que fue regulado por el Tratado de Alcóçovas en 1479, (en el caso del nuevo mundo por el Tratado de Tordesillas en 1494) y hubo asimismo un conflicto público y privado en cuanto a explotación y colonización se refiere. Al igual que con América, hubo una resistencia autóctona que fue aplacada rápidamente. Finalmente podemos apreciar como el ingreso del pueblo canario llegó a poblar el imaginario colectivo de los exploradores, cuando el mismo Colón utilizó la referencia mental, que el contacto con los canarios le había proporcionado, para describir a los habitantes de las indias occidentales: "d'ellos se pintan de prieto y ellos son de la color de los canarios.

¿Què es la conquista de Amèrica?

jueves, 4 de noviembre de 2010

Efectos socio-económicos de las reformas borbónicas:


Como es de suponerse, las reformas económicas trajeron consigo múltiples efectos y consecuencias, tanto positivas como negativas. El gobierno español tomó diversas medidas para explotar al máximo los recursos de la colonia, con el propósito de generar mucha más materia prima para la metrópoli. Con las reformas borbónicas se tocaron todas las áreas principales en la Nueva España, entre ellas se encontraba la minería. También estaban la agricultura, el comercio (pequeño) y algunas empresas de manufactura. Obviamente hubo beneficios, se permitió ampliar los negocios entre ciertas colonias (Trinidad, Margarita, Cuba, Puerto Rico). La medida que mayores desajustes provocó en la Nueva España fue la real cédula de 1804 sobre la enajenación de bienes raíces de las corporaciones eclesiásticas, que desató reacciones violentas en contra del gobierno español. Esto se debió a que, con excepción de los comerciantes más ricos, aquella disposición afectó a los principales sectores productivos del virreinato (agricultura, minería, manufacturas y pequeño comercio), y en particular a los agricultores, pues la mayoría de los ranchos y haciendas estaban gravados con hipotecas y censos eclesiásticos, que los propietarios se vieron obligados a cubrir en un plazo corto, a fin de que ese capital fuera enviado a España. De esta manera, no sólo la Iglesia se vio afectada por la real cédula, sino también casi toda la clase propietaria y empresarial de la Nueva España, así como los trabajadores vinculados con sus actividades productivas. Por ello, se levantó un reclamo y por primera vez en la historia del virreinato todos los sectores afectados expusieron al monarca por escrito sus críticas contra el decreto en cuestión. A pesar de todo, la cédula se aplicó desde septiembre de 1805 hasta enero de 1809, produciendo un ingreso de alrededor de 12 millones de pesos para la Corona, que supusieron el 70 % de lo recaudado en todo el territorio hispanoamericano. Para la Nueva España, la aplicación de la cédula aparte de provocar una severa crisis de capital, agrietó considerablemente las relaciones entre la Iglesia y el Estado; desde entonces esos dos poderes no sólo rompieron los lazos de unión que tuvieron en el pasado, sino que se convirtieron en facciones antagónicas. Las reformas borbónicas también afectaron al Consulado de Comerciantes de la ciudad de México; esta corporación, que había acaparado el comercio exterior e interior del virreinato por medio del sistema de flotas y del control de los puertos, perdió su enorme monopolio con la expedición de las leyes sobre la libertad de comercio. Al mismo tiempo, la supresión de los alcaldes mayores, agentes comerciales del Consulado en los municipios del país y en las zonas indígenas, acabó con la red de comercialización interna y rompió el lazo político que permitía a los comerciantes de la capital controlar los productos indígenas de mayor demanda en el mercado exterior e interior. Al parecer los reformadores borbónicos, encabezados por Gálvez, no tenían una visión completa del funcionamiento del sistema económico en la Nueva España. Aunque es cierto que muchos alcaldes mayores eran corruptos y abusaban de su autoridad, el repartimiento del comercio era mucho más que un mero mecanismo de explotación; constituía el más importante sistema de crédito para las comunidades indígenas y los pequeños agricultores. Los alcaldes mayores se beneficiaban porque proporcionaban a crédito servicios necesarios: distribuían semillas, herramientas y otros bienes agrícolas básicos; facilitaban la compra o la venta de ganado, y con frecuencia vendían los productos de algunos grupos que quizá no hubieran encontrado otra forma de colocar su producción. Todo esto fue interrumpido con el decreto que suprimía las funciones de los alcaldes mayores.

La creación del Virreinato del Río de la Plata y las reformas borbónicas:

    Poco tiempo después, la Real Ordenanza de Intendentes del 28 de enero de 1782 dispuso dividir el Virreinato del Río de la Plata en ocho gobernaciones-intendencias, además de las gobernaciones militares y políticas de Montevideo y de los pueblos de las antiguas misiones jesuíticas. Pero como consecuencia del informe presentado por el virrey Juan José de Vértiz, esta estructura fue modificada por Real Orden del 29 de julio de 1782 y por la cédula aclaratoria del 5 de agosto de 1785, suprimiéndose las intendencias de Cuyo y Santa Cruz de la Sierra y dividiendo la del Tucumán en dos.  En definitiva el virreinato quedó integrado por las gobernaciones-intendencias de Buenos Aires, Paraguay, Córdoba del Tucumán, Salta del Tucumán, La Paz, Charcas, Cochabamba y Potosí, más cuatro gobernaciones que fueron Montevideo, los pueblos de las misiones guaraníes, y los de las provincias de Moxos y Chiquitos. Más tarde se agregó la de Puno (reintegrada a Perú en febrero de 1796).
En el contexto cultural argentino (al que esta obra va dirigida) es necesario aclarar que este nuevo virreinato no incluía el territorio patagónico, que según la mitología oficial que se desarrolló en este país fue parte de aquella jurisdicción. La real cédula de 1776 nada decía sobre los territorios del extremo sur, ni tampoco decía nada al respecto la real cédula de 1777, que confirmó la creación del virreinato. Mencionan a Cuyo y a Charcas, pero no a la Patagonia. La historiografía oficial argentina ha pretendido que esta omisión se debió a que la Patagonia pertenecía ya a la gobernación de Buenos Aires, pero esta afirmación es insostenible debido a que todos los mapas españoles del período incluyen a la Patagonia como parte del "Reyno de Chile". Tal es el caso, por ejemplo, del famoso mapa de Cano y Olmedilla, "geógrafo pensionado de Su Majestad", de 1775. Mapas posteriores a la creación del virreinato, como el del extremo sur del continente firmado en 1798 por el secretario de la Real Armada, Juan de Langara, tampoco hacen mención alguna del Río de la Plata en esas tierras australes, mientras que sí mencionan al Reyno de Chile.
   
Esto no quiere decir, por supuesto, que esas tierras hayan sido auténticamente chilenas en 1810. Eran tierras indígenas que nunca habían sido conquistadas por los españoles, y por ende, ni chilenas ni del Río de la Plata. Es por ello que ningún mapa del Imperio Español publicado por otras potencias europeas deja de señalar a esos territorios como res nullius, es decir, tierra de "nadie" que estaba abierta a la conquista por los Estados del mundo "civilizado" (es decir europeo). Posteriormente, los procesos histórico-políticos y militares deslindarían los límites entre las nuevas repúblicas americanas a través de una lógica que poco tendría que ver con las líneas que trazaba la Corona de España como un medio para hacer más eficiente el proceso de la conquista. Estos límites teóricos jamás se concibieron como el fundamento para las jurisdicciones de Estados soberanos. Naturalmente que en la medida que el límite teórico se convertía en límite de hecho porque existía una conquista efectiva, dicho límite podía servir para el deslinde posterior entre Estados independientes, y éste es el sentido verdadero del uti possidetis. Pero ese no era el caso de la Patagonia, que no estaba conquistada. Por ende, que la Patagonia haya aparecido como "chilena" en los mapas españoles sólo refleja una ficción de la Corona y nada significa desde el punto de vista de la verdadera jurisdicción sobre ese territorio, sea en 1770, en 1880 o en 1990. Sí significa, sin embargo, que la adjudicación de la Patagonia al territorio del Virreinato del Río de la Plata por parte de la historiografía oficial argentina es uno de los mitos sobre los que se basó la "invención" de la Argentina como Estado-nación en el siglo XIX.
   
Por otra parte, respecto de las reformas borbónicas cabe señalar que desde el punto de vista económico el virrey Cevallos acometió una empresa de transformaciones de incalculables consecuencias para la primitiva y frágil economía del Río de la Plata: abrió el puerto de Buenos Aires al comercio libre. La libertad de comercio establecida por Cevallos el 6 de septiembre de 1777 destruyó la hegemonía de los comerciantes del Perú y Chile, en provecho de la economía local. Por otra parte, es interesante observar que, debido a la urgencia con que esas medidas eran requeridas en el contexto de una economía que se asfixiaba con el monopolio español (reduciendo, incluso, su aporte a la misma economía española), Cevallos no esperó el permiso real para autorizar la internación y el intercambio con las provincias de las mercaderías que llegaban a Buenos Aires en buques de registro.
   
Dicha política se complementó con el Real Decreto del 2 de febrero de 1778, que a diferencia del audaz paso hacia adelante tomado por Cevallos, ya era parte de las llamadas reformas borbónicas. Este decreto extendió esta mayor liberalidad a los demás puertos de la América meridional, y fue más lejos, abriéndolos al comercio directo con los peninsulares. A su vez, el Reglamento y Aranceles Reales para el comercio libre de España e Indias, del 12 de octubre de 1778, amplió la libertad de comercio a trece puertos en la península, Baleares y Canarias, y a veinticinco puertos en América, a la vez que protegía la industria textil española, liberándola de derechos durante diez años.

   
Los beneficios que significaron para el Río de la Plata estas disposiciones que liberaban el comercio de sus viejas trabas monopólicas y mercantilistas fueron incalculables, al punto que en el quinquenio 1792-1796, años de paz con Gran Bretaña, la balanza de pagos tuvo un saldo favorable de más de dos millones de pesos. Obviamente, la guerra con Gran Bretaña (desde 1796) detuvo la prosperidad del virreinato, al paralizar el tráfico marítimo con la metrópoli. Los cueros de las 600.000 reses que faenaba la región de Buenos Aires, de las que solo se consumían 150.000, no tenían salida, y los hacendados se arruinaban. Las exportaciones oficialmente registradas, que alcanzaron $5.470.675 en 1796, bajaron a $334.708 en 1797. Tampoco podían importarse las mercaderías necesarias. Esta situación favorecía a las industrias del Interior pero perjudicaba al consumidor, que sufrió un alza de 200% en el precio de los artículos. Para peor, con la paralización de las importaciones la renta aduanera no alcanzaba a $200.000 (1799), y la moneda se desvalorizaba. La prosperidad del Río de la Plata sólo pudo resurgir con la restitución de la paz en América. 

Biografia de José Fernando de Abascal:

José Fernando de Abascal y Sousa (Oviedo, 3 de junio de 1743 - Madrid, España, 31 de julio de 1821), noble, militar y político español, Mariscal de Campo, trigésimo quinto virrey del Perú (1806-1816) y primer Marqués de la Concordia Española del Perú.
Ingresó en la Orden de Santiago, en 1795, y en la de Carlos III. En 1796, tomó parte en la defensa de La Habana frente a los ingleses. Tres años después, fue nombrado comandante general e intendente de Nueva Galicia (en el actual México), y, en 1804, virrey del Río de la Plata. No llegó a tomar posesión del cargo, ya que fue nombrado virrey del Perú en el mismo año, cargo que no desempeñó hasta 1806, debido a que en su viaje a Lima fue apresado por los ingleses.
Gobernante enérgico, creó numerosas escuelas-taller e inauguró la primera Escuela de Medicina de América, dotada de los mismos adelantos que sus homólogas europeas. Con el pintor José del Pozo creó la Real Escuela de Pintura de Lima. Aprovechando la confusión política reinante en España, se adelantó a las Cortes de Cádiz y abolió la Inquisición en su virreinato.
Al estallar la revolución de Buenos Aires (25 de mayo de 1810), incorporó provisoriamente al virreinato del Perú las provincias de Córdoba, Potosí, La Paz y Charcas. Se distinguió por su lucha contra los movimientos independentistas: ocupó el Alto Perú y, tras sofocar la insurrección en Chile (1814) y el levantamiento de Quito, reincorporó la capitanía y esta audiencia al Virreinato del Perú. En 1816, fue relevado de su cargo voluntariamente y sustituido por el general Joaquín de la Pezuela. De regreso a España, fue ascendido a capitán general.